lunes, 1 de septiembre de 2014

Desenterrando el pasado y Hurgando en viejas heridas.

Tengo 16 años y soy de España, fui obesa hasta los diez y mi madre no paraba de torturarme con ello, tenía que aguantar de otras personas entre ellos compañeros de clase insultos y bromas constantemente pero cada vez que ella me llamaba gorda o me echaba indirectas yo me rompía por dentro, un verano cambié, bajé muchos kilos y por primera vez en la vida sentí que tenía autoestima, pero duró poco, menos de un año cogí un par de kilos y me sentí la peor mierda del mundo, mi madre volvió a decirme que estaba engordando y sus palabras se clavaban en mi como cuchillos '¿quieres acabar como antes?' se que ella nunca lo ha hecho con mala intención pero a día de hoy sigue haciéndolo y me sigue doliendo como el primer día o incluso más. Un verano empecé a oír incluso voces, oía gorda cuando nadie había dicho nada, tergiversaba las frases, las entendía a mi manera, ese verano reduje mucho lo que comía y hacía ejercicio excesivamente, pero nunca me consideré enferma, después de ese verano unos compañeros de clase empezaron a insultarme y todo se vino aún más abajo, la primera vez que vomité fue en diciembre después de una comida familiar del cumpleaños de mi primo, fui a casa antes a propósito y me costó muchísimo pero lo hice y después de hacerlo lloré agarrada a la taza del váter, muy tópico pero así fue... Después de todo eso no sé cuando exactamente empecé a mentir a la gente que quería y perdí las riendas de mi vida, todo fue tan rápido... y ya hace cuatro años de eso, hace cuatro años que miento a mis amigas, a mis padres... por suerte aquí no tengo que mentir y desde hace unos meses a mis tres mejores amigas tampoco, que ahora ya solo son dos, porque una nos ha abandonado por su novio, una de ellas lo sabía de antes pero las otras no y decidí contárselo, ahora me controlan más y no me gusta que se preocupen pero necesitaba desahogarme. Ahora mi única meta son los 36 kilos, lo demás ya no me importa. Y este verano me he sentido tan bien que tengo miedo de que todo esto termine, porque los veranos siempre son un paraíso que da lugar a toda la mierda que viene después... y éste es un resumen bastante corto de la mierda mental que he sufrido hasta ahora, eso si, también hay cosas buenas, los sábados son un paraíso, gracias al Vodka y al Ron Brugal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario